Esto aqueja a muchas familias, especialmente en esta época en la que las celebraciones navideñas involucran reuniones en casas tanto conocidas como ajenas; pero, ¿cómo festejar sin el contacto físico que acompaña la tradición? ¿Cómo evitar entrar a los centros comerciales para tomar fotos con las bellísimas decoraciones festivas, o comer manzanas acarameladas y mazorcas en las calles de los pueblos o en la feria de Usaquén?
Cuando hablamos de Navidad en Colombia lo solemos asociar a las costumbres que mantenemos durante estas fiestas. De repente estamos pensando en la magia de las luces que decoran los centros comerciales y los parques más grandes, frecuentados por cientos de personas durante el mes de diciembre. Saboreamos mentalmente los platillos que compartiremos en las novenas y nos reímos de las anécdotas pasadas a la par que decimos los nombres de las personas que asistirán.
Es una fecha especial para compartir con nuestros seres queridos. Compramos regalos y cantamos villancicos, mientras comemos natilla y buñuelos, hablando y riendo. Esa siempre ha sido la forma mediante la cual demostramos cuánto los queremos y terminamos el año abrazados a ellos, disfrutando. No obstante, en esta ocasión, la forma con la cual finalizamos el año podría suponer un riesgo para todos.
El COVID 19, el virus causante de la pandemia que tantos cambios y lecciones nos ha dejado, no deja de representar un peligro para la humanidad. Es por eso por lo cual el mejor regalo que podemos dar y recibir en esta Navidad es el de cuidarnos, para, de esta forma, continuar celebrando con las personas que más queremos.
Si algo hemos aprendido este año es que no siempre necesitamos de la presencia física de alguien para demostrarle lo mucho que lo amamos. Gracias a la tecnología y a la creatividad que tenemos, hemos creado reuniones virtuales y otras presenciales, en las cuales recurrimos a nuestro ingenio para mantener la distancia, por ejemplo, en un parque o en la ciclovía, cubriendo nuestros rostros con cubrebocas y caretas frente a las personas con mayor riesgo de contagio, como nuestros abuelos.
En esta navidad promovamos el cuidado como el mejor regalo. Cocinemos juntos una deliciosa natilla y buñuelos, compartiendo ya sea con todos los protocolos de bioseguridad o mediante una pantalla. Cantemos villancicos hasta que nos duela la garganta sin quitarnos los tapabocas, o desde una llamada de skype o zoom. Agradezcamos por estar sanos y en compañía de las personas que nos importan, y recemos por aquellas que ya no están con nosotros. Cuidemos aquello que es realmente valioso: nuestras vidas y las de nuestros seres queridos.
Fuente: Compartir en Familia