Colombia
Hace casi cien años, Tsunesaburo Makiguchi publicó su obra “La pedagogía del sistema de creación de valor”, en la cual usó el término So-Ka, que en japonés significa “creación de valor”. Planteaba un sistema de enseñanza que tuviera como propósito principal la felicidad de los estudiantes y docentes. Para llegar a ella, se basó en la filosofía budista de Nichiren Daishonin (1222-1282).
Nichiren creía firmemente en la importancia de enseñar con ejemplos de la vida cotidiana. Tanto niños como jóvenes aprenden más cuando pueden comparar lo que aprenden con lo que viven; por ejemplo, si saben que pueden comprar sus dulces favoritos por medio de las matemáticas, entonces las estudiarán con gusto. Lo mismo sucede con otras asignaturas, en las que también se pueden plantear otra clase de situaciones hipotéticas en las que puedan desarrollar las habilidades y conocimientos que, posteriormente, usarán también para ayudar a la comunidad.
El objetivo de Makiguchi era claro: motivar a los estudiantes a aprender. Darles un motivo real para memorizar las tablas de multiplicar y aprender a escribir. Sin embargo, la filosofía So-Ka no se queda solamente en ellos.
Los maestros cumplen un papel fundamental en el aprendizaje de sus estudiantes. Deben mantener un diálogo constante con ellos y sus padres, demostrando preocupación real por su proceso de aprendizaje y sus emociones. A diferencia de la mayoría de reuniones académicas, en estas resaltan no sólo las notas del estudiantes, sino también su estado anímico y el del maestro.
Al estar con tantos estudiantes a cargo, es natural que el docente se sienta agobiado. En algunas ocasiones se encuentra demasiado ocupado calificando, o preparando el siguiente tema de clase, que se olvida de lo que realmente importa: hacer de la clase un espacio disfrutable, tanto para él como para los alumnos. Para lograrlo, también se necesita apartar unos cuantos minutos diarios, o un sólo día de la semana, para crear una reunión en la cual docentes y alumnos expresen de manera asertiva los aspectos positivos de cada uno, motivándolos a continuar creciendo en lo personal y profesional.
El modelo So-Ka se trata de compartir las virtudes de los profesores y estudiantes. Es, también, motivar a los niños y jóvenes a aprender los temas de las distintas áreas del aprendizaje, proponiendo ejemplos de la vida real con los cuales se sientan identificados. De esta forma se podrán generar espacios de armonía, paz, cultura y felicidad, fundamentales para la educación.
Fuente: BBC