Continúa siendo una tendencia en el 2019, puesto que es una de los puntos más importantes en la educación. Cuando se educan las emociones también se educa al cerebro. Este tipo de educación no solo se enfoca en el saber, sino también en el ser. Lo que busca la educación emocional es crear agentes de cambio con un impacto positivo para la sociedad, no solo a nivel educativo, sino también personal.

Este tipo de educación busca crear competencias para la vida diaria, para las situaciones cotidianas que se presentan día a día dentro y fuera del entorno educativo y así obtener bienestar a partir de diferentes temáticas alrededor de lo social.

Su objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas desde el desarrollo de la inteligencia emocional, debido a la gran necesidad de mejorar las condiciones sociales en las que vivimos.

El objetivo de la OMS es que los niños y jóvenes desarrollen competencias y habilidades para la vida, desde la empatía, la comunicación asertiva, el manejo de situaciones de estrés, entre otras. Sin embargo, sigue siendo un reto pues no solo los estudiantes deben tener este tipo de educación, también padres, profesores y los directivos de la institución.

La institución junto con los directivos debe crear estrategias permanentes y sustentables en el tiempo, deberá generar espacios de monitoreo y evolución de aprendizaje emocional tanto para estudiantes, como padres y profesores; y así comparar casos de éxito y aplicarlos, restructurar los que no han tenido mucha fuerza, realizar un ejercicio de prueba y error para llegar a la perfección.

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